El entorno rural se apunta a las redes de calor con biomasa

La implantación de redes de calor por biomasa en España se ha multiplicado casi por 15 en el plazo de diez años, pasando de las 15 que existían en 2010 a las 433 de finales de 2020 (que suponen cerca de 383 MW de potencia térmica instalada), de acuerdo con los datos recogidos en el último informe “Redes de calor con biomasa 2020” elaborado por el Observatorio de la Biomasa de Avebiom.

Ante esta evolución, a cuyos números al cierre de 2020 habría que sumar otro medio centenar de redes que actualmente están en distintos estados de desarrollo, el presidente de Avebiom, Javier Díaz, señala que “aunque es una progresión que no se estanca, resulta más lenta de lo que cabría esperar si nos comparamos con otros países de la Unión Europea. Es necesario un mayor compromiso de las administraciones en todos sus niveles, desde los ayuntamientos al Estado, puesto que las redes de calor con biomasa pueden jugar un papel fundamental en la descarbonización del suministro de energía térmica en los sectores residencial, servicios e industrial de España”.

Cataluña y Castilla y León, a la cabeza

Cataluña y Castilla y León se sitúan a la cabeza tanto en número de redes como en potencia instalada, en el caso de la primera con una mayor vocación del ámbito público y en la segunda con más instalaciones en el ámbito residencial privado.

La mayor parte de las redes de calor con biomasa existentes se localizan en el medio rural (el 64,3% se ubican en poblaciones de menos de 5.000 habitantes), aunque las de mayor potencia se encuentran en ciudades de entre 50.000 y 300.000 habitantes, que acumulan el 44% de la potencia total. Además, se espera que este año, tres nuevas redes de calor en ciudades con más de 50.000 habitantes comiencen a dar servicio: Pamplona (Barrio de Txantrea), Vitoria/Gasteiz (Barrio de Coronación) y Pontevedra (Universidad de Vigo).

De acuerdo con el uso de los edificios conectados a las redes que existen actualmente, el 75% suministran energía a algún edificio de uso público, como piscinas cubiertas, residencias de mayores, centros educativos, edificios administrativos o centros culturales. Y ello se debe a que, en muchas ocasiones, incorporar estos edificios con una importante demanda térmica anual facilita la viabilidad del proyecto global.

Por su parte, el 22% de las redes suministra energía a edificios privados, fundamentalmente viviendas, y también a instalaciones de la hostelería o centros deportivos privados. Según el informe elaborado por el Observatorio de la Biomasa, la mitad de estas redes privadas conectan bloques de viviendas, la mayoría en barrios de más de 40 años y que ya contaban con calefacción central, rehabilitados con una nueva sala de calderas de biomasa, más eficiente.

Por último, en cuanto a la conexión de industrias a redes de calor con biomasa, hasta la fecha, el Observatorio ha inventariado tan solo cuatro redes en polígonos industriales para abastecer a más de un usuario.

El ejemplo de las cuatro diputaciones catalanas

El Observatorio pone como ejemplo en su último informe a las cuatro diputaciones catalanas por la manera “ejemplar de promocionar la biomasa en municipios rurales”. Así, por ejemplo, la Diputació de Barcelona, a través del Programa ELENA (European Local ENergy Assistance) se ha impulsado la instalación de 30 redes y microrredes hasta 2017. Desde 2018, el programa “Biomassa pel Clima” y el compromiso de la Diputación de destinar el 25% de las convocatorias de los Fondos FEDER para reducir la aportación por parte de los ayuntamientos han permitido instalar 14 pequeñas redes de biomasa en 14 municipios, para suministrar a un total de 42 equipamientos.

En el caso de la Diputació de Girona, el proyecto “BEenerGi” moviliza el mercado de la biomasa local y facilita la gestión de 2.821,5 hectáreas de los bosques de la provincia. En Lleida, a través del proyecto “Forest4Local” se están desarrollando 14 redes de calor con biomasa en la zona del Pirineo de Lleida. Y, por último, en Tarragona, el proyecto “Red de calor de proximidad de la Diputació de Tarragona” pretende definir un modelo de referencia de instalaciones de redes de calor con biomasa forestal para equipamientos municipales. El proyecto piloto demostrativo se desarrolla en nueve municipios: Alcover, Villanueva de los Infantes, el Montmell, La Sénia, la Rasquera, Tivissa, la Fatarella, Gandesa y Horta de San Juan.

Proyecto para dar calor a 250.000 personas

Recientemente, Avebiom ha presentado al Gobierno de España un ambicioso proyecto que tiene como objetivo desarrollar hasta 100 nuevas redes de calor con biomasa local para dar servicio a unas 250.000 personas en municipios de menos de 5.000 personas. Un proyecto para el que se estima necesaria una inversión pública de 150 millones de euros, que generaría una tracción de la inversión privada de 225 millones de euros adicionales.

Estas redes de calor calentarían una superficie de 10 millones de metros cuadrados utilizando para ello 150.000 toneladas de biocombustibles renovables cada año. Con una potencia global superior a 1.400 MW, el proyecto aporta más del 1,5% al objetivo de calor renovable que establece el PNIEC.

Ventajas de las redes de calor con biomasa

Las ventajas que señala Avebiom por las que sería beneficioso potenciar las redes de calor con biomasa son las siguientes:

-Ahorro en la factura energética. El usuario conectado a la red paga por la energía final que realmente consume. Se garantiza un precio estable a 10-15 años y un ahorro mínimo respecto al sistema anterior.

– Alta eficiencia. Como media, una red de calor es considerablemente más eficiente que la suma de soluciones individuales para alcanzar la misma potencia.

– Se requiere menor potencia instalada. El factor de simultaneidad por escala es de 0,8 para calefacción y de 0,65 en ACS.

– Mejora de la calificación energética del inmueble.

– Mayor comodidad para el usuario. La sustitución de equipos individuales de producción y chimeneas por una instalación gestionada de forma profesional evita que el usuario tenga que preocuparse de averías, reposiciones, riesgos de explosión, ruidos y vibraciones, mantenimiento.

– Mayor garantía y seguridad en el suministro energético. Una red de calor con biomasa permite incorporar diferentes recursos bioenergéticos locales, incluidas podas, subproductos de la gestión de montes, etc.

– Mejora en la calidad del aire. Contar con una única sala de calderas gestionada de forma profesional y equipada con equipos de filtración de los gases de escape de alta eficiencia reduce las emisiones gaseosas en comparación con la misma potencia generada en equipos de combustión individuales que utilizan combustibles fósiles.

– Posibilidad de aprovechar el trazado de la red de tuberías para introducir otras infraestructuras de carácter lineal, por ejemplo, la fibra óptica.

– Flexibilidad y adaptabilidad para disponer de mayor potencia.

– Proyección de una imagen corporativa, que genera un sentimiento común de responsabilidad compartida.

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